Este cuento es la última parte de la trilogia de los Cuentos Extraños. Despues de los raros acontecimientos con Poppy y Monty, teníamos uno de las experiencias más dulce y agradable con un gatito blanco. Lo encontré paseando al lado de un parking en Panmure despues de llevar a Agustin a su colegio de ingles. Esto era el invierno de 2005. Abrí la puerta de mi coche y el tontorron se metío sin pensar dos veces. Y se pusó tan comodo en el coche, sin nervios para nada mientras que su choffer le transportó a su nuevo hogar en Stanhope Road.
De todos los gatos que he tenido en el pasado, una docena en total, este es sin duda el más sosegado y dulce. Ya desde el principio, este gato se portó como un niño bueno, uno que nunca ha matado a una mosca, un buenazo. Le pusimos el nombre Pitufo pero nunca respondía a este nombre, y despues de una semana concluimos que Pitufo era sordo, claro muchos gatos blancos nacen sordos. Habían tantos recuerdos bonitos con Pitufo durante los proximos 3 meses, por ejemplo su mania con la tele y pantalla del ordenador. Podía pasar una hora jugando con las imagenes en las pantalla usando su patas. Y debido a su sordera, una vez se pusó delante de un camion y pudimos salvarlo de milagro. Y como Poppy, le gustaba caminar con nosotros por 2 kilometros despues de la cena.
Pero en el fondo de nuestra felicidad con Pitufo había un asunto pendiente que era el famoso viaje a España otra vez para averiguar por qué no ha escrito el hermano de Agustin. Hemos pagado con mucha antelacíon, dos billetes con Thai Airways, que eran de precios muy especiales, y que no te reembolsan el dinero si no los usan. Decidí llamar a SPCA despues de los tres meses con Pitufo para ver si él figuraba entre la lista de las mascotas perdidas. Y una chica amable en SPCA me dijó, por qué no prueba este número en Panmure. ¿Que casualidad, no, Panmure? Lo llamé en un domingo y la chica que cogío el teléfono me preguntó si el gato tiene una pequeña manchita en la espalda, que era resultado de a una travesura con un charco de gasolina en su patio. Y que si el gato es sordo, y si tira arena por todos los sitios con sus patas despues de hacer sus necesidades.
En aquel momento, me daba cuenta que Snowy - su nombre verdadero, como Poppy y Monty, era un huesped en nuestra casa, o más bien gato hotel. Su estancia con nosotros le sirvío para reunirse con sus amos verdaderos. La felicidad ha sido pasajera como todas las cosas y experiencias en nuestras vidas, pero estoy más que agradecido por haber tenido estas vivencias.